Los dispositivos y los implementos destinados para los enemigos de las plantas son de dos tipos:
(1) Los que le proporcionan protección mecánica a las plantas.
(2) Los que aplican insecticidas y fungicidas.
De los primeros lo más útil es el marco cubierto. Consta usualmente de una caja de madera, de unas dieciocho pulgadas cuadrados a dos pies y de cerca de ocho pulgadas de alto, cubiertos con vidrio, con tela protectora de alambre, tela mosquitera o alambre de mosquitos. Los primeros dos revestimientos tienen, claro está, la ventaja adicional de retener el calor y proteger del frío, haciendo posible plantar de manera temprana y segura. Son usados extensamente para obtener un principio temprano y seguro para los pepinos pepinos, melones y las otras verduras de vid.
Los dispositivos más simples para proteger las plantas recién plantadas, como los tomates o la col, del gusano cortado, son los collares tiesos, de estaño, de cartón o de papel alquitranado, que están hechos de varias pulgadas y son bastante grandes como para ser puestos alrededor del tallo y penetrar una pulgada o poco más en el suelo.
Para aplicar polvos venenosos, el jardinero doméstico se debería conseguir un arma de polvo. Si sólo puede conseguir una herramienta, sin embargo, será mejor obtener un rociador de mano de aire comprimido. Estos sirven para aplicar aspersiones húmedas, y deberían venir con una boquilla de niebla, siendo el anti atascamientos automático lo mejor. Para más trabajo consiga una bomba de barril, montada en ruedas, aunque una de las herramientas anteriores servirá bien.
Los cables de extensión para rociar árboles y vides pueden servir también. Para operaciones en una escala muy pequeña una buena jeringa de mano puede ser usada, pero para algo general será mejor invertir algunos dólares más y obtener un atomizador pequeño de tanque, ya que tira una aspersión o corriente continua y mantiene una cantidad mayor de solución fumigadora. Sin importar el tipo que obtenga, consiga una máquina de latón que podrá durar mucho más que las hechas de metal barato, que además sucumben muy de prisa a la acción corrosiva de los venenos fuertes y los productos químicos usados en ellos.