Las lámparas han evolucionado mucho desde el uso del carbón o el gas hasta la electricidad. En 1801, Sir Humphrey Davy de Inglaterra inventó la lámpara eléctrica de arco de carbón, que fue la primera en su especie. El principio que hacía trabajar a esta lámpara era simple e incluía la unión de dos barras de carbón a una fuente eléctrica.

Las barras de carbón eran mantenidas a una distancia para que la corriente eléctrica pudiera fluir a través del arco y vaporizar carbón para crear luz blanca. Alrededor de 1857, A. E. Becquerel de Francia inventó la teoría de las lámparas fluorescentes. En la década de 1870, lo impensable pasó con Tomás Edison inventando la primera lámpara de electricidad incandescente. Desde entonces las lámparas incandescentes fueron utilizadas a propósito de iluminación en las casas hasta el principio del siglo XIX.
En 1901, Peter Cooper Heewit patentó su nueva invención, la lámpara de vapor de mercurio. Este fue otro tipo de lámpara de arco que permitía la iluminación utilizando vapores de mercurio, que eran encerrados en un bulbo de vidrio. Los vapores de mercurio fijaron el prototipo para las lámparas fluorescentes.
Las lámparas de Neón fueron inventadas por Geroge Claude en Francia en 1911, seguido por Irving Langmuir, un americano que inventó la lámpara incandescente eléctrica de gas en 1915. En 1927, Hans Spanner, Friedrich Meyer y Edmund Germer patentaron la primera lámpara fluorescente. La lámpara fluorescente proveyó mejor iluminación comparada con la lámpara de vapor de mercurio debido a que estaba llena desde adentro con berillo.
Desde entonces hemos estado utilizando diferentes formas de iluminación para las lámparas, entre las cuales se incluyen las lámparas de mercurio, las lámparas incandescentes. Hoy en día, en algunos rincones de la tierra las personas siguen usando las viejas lámparas de aceite para iluminar sus casas.
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