La leptospirosis es una infección bacteriana que puede afectar la sangre, el hígado y los riñones de un perro. La bacteria que causa esta enfermedad, es portada principalmente por las ratas y otros roedores, pero los perros que estén infectados también pueden infectar a otros perros. La ingestión de la orina de un animal infectado es el medio de transmisión mas común, pero la bacteria también puede contraerse a través de piel dañada o delgada.

La leptospirosis es una enfermedad rara que a menudo no muestra ningún signo o síntoma. En estos casos, las bacterias son derrotadas por las defensas naturales del perro. En otros casos, y más a menudo, la enfermedad puede ser mortal para el perro infectado. Las tres principales formas de la enfermedad son: hemorrágica (infección en la sangre, causando sangrado), renal (infección de los riñones), y la ictericia (infección del hígado).
La leptospirosis hemorrágica tiende a comenzar con una fiebre alta, la pérdida de apetito y letargo general. Aparecen pequeñas hemorragias en la boca y en los ojos, y el perro desarrolla vómitos y diarrea con sangre. Esta forma de enfermedad es por lo general fatal.
La leptospirosis ictérica a menudo inicia de la misma manera que la forma hemorrágica, con fiebre, letargo y pérdida de apetito. La boca y la parte blanca de los ojos adquieren un aspecto amarillo, similar a de las víctimas de ictericia. En algunos casos la piel del perro, también puede tornarse amarilla.
La leptospirosis renal también inicia con fiebre, pérdida de apetito, letargo y depresión, pero a la larga conduce a una insuficiencia renal.
Las tres formas de la enfermedad son tratables y curables así como también potencialmente fatales. Por lo general, los perros que sobreviven la leptospirosis renal pasan a tener una enfermedad renal crónica por el resto de sus vidas.
El tratamiento se realiza con el uso de antibióticos y, si la enfermedad se detecta a tiempo, es generalmente exitoso. Los casos de leptospirosis en América del Norte son bastante raros, gracias a que existe una vacuna. Los cachorros son inoculados por la enfermedad a las seis semanas de edad y reciben refuerzos anualmente para mantener su inmunidad.
La vacunación, junto a condiciones limpias e higiénicas, son la mejor forma de evitar la leptospirosis en los perros. Si el animal no entra en contacto con ratas u orina portadoras de la enfermedad, es muy poco probable que se infecte, incluso si no esta vacunado. La vacuna contra la leptospirosis suele causar una reacción adversa en los perros. Esta reacción suele ser leve y por lo general se manifiesta a través de la perdida de apetito, el letargo y la depresión. Estos efectos duran sólo unos días hasta que el perro se mejora, pero lo más importante es que ahora estará protegido contra la enfermedad.
La leptospirosis es una de las enfermedades más desagradables que un perro puede llegar a tener, y a nadie le gustaría ver como su mascota sufre con esta enfermedad. Afortunadamente, gracias a la existencia de una buena vacuna, muy pocos perros tienen que soportar esta enfermedad mortal.