Esta tendencia es lo más parecido a un híbrido entre el pasado y el presente, se basa en la decoración de espacios donde objetos de origen antiguo se entremezclan con otros más modernos, creado así una serie de contrastes. Los protagonistas de este estilo son los sofás, los jarrones, las sillas, las mesas y sillones, es decir, en su mayoría, lo que sirva para el descanso en grupo. Esto no quiere decir que el resto de la habitación no cuente, sino muy por el contrario, que acompañará a los protagonistas en la creación de cierta armonía.
Se utilizan telas, cuadros y demás enseres de tiempos pasados que pueden conseguirse en cualquier tienda de antigüedades. Por esta razón varias personas se inclinan a conseguir baúles, muebles aparadores de estilo Luis XV, sillas talladas en combinación con una chimenea de estilo clásico y sofás modernos. Esto no es una tarea fácil, pues un sillón del siglo XIX no siempre puede combinar bien con un sofá actual. La clave está en la forma y el color. Elegir muebles de la misma gama o material. Por ejemplo un sofá con tapicería marfil y bordes de madera puede combinar con sillones más antiguo de características semejantes o generar un contraste de colores como el terciopelo rojo.