Los años posteriores a los 11 son particularmente problemáticos para los gatos porque sus sentidos del olfato y del gusto a menudo disminuyen, afectando su interés en la comida. Su habilidad para absorber nutrientes claves y de digerir grasas disminuye, haciendo que el comer se vuelva menos efectivo.
El resultado no deseado es que más comida pasa como desecho y una menor cantidad de alimento se vuelve energía, causando una disminución en la masa muscular y en la grasa del cuerpo llevando a potenciales pérdidas de peso que pueden ser dañinas. Además de proveerles la dieta apropiada, los dueños de gatos adultos deben prestar especial atención a los niveles de actividad de sus mascotas, al peso, a sus hábitos comestibles, a su pérdida de pelo y a sus hábitos de eliminación y reportar cualquier cambio o diferencia al veterinario.
Si bien muchos de estos cambios son una parte normal del envejecimiento, otros pueden ser señales de problemas más serios. Programar visitas al veterinario por lo menos dos veces al año es una buena práctica durante los años de adultez ya que muchas de las condiciones potencialmente serias son tratables si se descubren a tiempo.